"Algo se muere en el alma cuando un amigo se va" decía la famosa canción. En este caso sería "...cuando dejo esta ciudad". No se por donde empezar ni como escribir esto sin soltar la lagrimilla pero ya es mi última entrada de este blog desde Medellín, y me da mucha pena terminar esta aventura.
A los que me habéis leído, y escrito mensajes desde la lejana España, deciros que muchísimas gracias. Me habéis hecho sentir muy querida y acompañada, y la ilusión que me invade cuando algún amigo me dice que lee este blog y que le gusta no tengo palabras para describirla.
Los más cercanos sabéis que llegué con miedo a Colombia por varios motivos. El primero la falta de información sobre este país, si te fías de las noticias sólo escuchas lo malo y no viajas a prácticamente ningún sitio. Pero eso no era el principal miedo, temía venir sola y no pasarlo bien, dos meses puede ser mucho tiempo si estás triste. Ahora puedo decir que me supo a poco y aparece la primera lágrima, "que pena con ustedes"!
Mi principal motivo en este viaje era hacer una estancia de investigación en la Universidad de Antioquia. Este tipo de estancias son una lotería porque podría haber pasado los dos meses sin hacer nada pero me tocó el premio gordo. No sólo fue una gran experiencia profesional enfrentarme a nuevos problemas en el laboratorio, fue aprender una nueva forma de trabajar sin estrés, con ilusión e imaginación. Pero con lo que me quedo es con los compañeros, ahora ya amigos, que me acogieron como a una más y me hicieron sentir especial con todas sus atenciones, las salidas a horas muy tempranas para conocer Antioquia, las risas, los chistes y un fin de semana sin parar de comer en Manizales. Alejo, John Fredy, Edgar, Walter, Augusto y Alberto (el otro invitado extranjero) sólo puedo daros las gracias, os llevo en el corazón para España y espero volver a veros pronto aquí, allí o donde la óptica nos vuelva a juntar!
Raquel, mi primer apoyo en la ciudad, incluso antes de venir, nunca olvidaré tu consejos y que te quedases siempre pendiente de la matrícula del taxi en el que me iba. Ya tienes otra amiga en Ourense! Y por supuesto gracias por presentarme a los demás españoles emigrados en Medellín. Sois un grupo genial, un pedacito de España para no sentir tanta morriña. Volveré para ir de rumba con vosotros, echar unas risas y tomar unos tragos!
Mi casa en la Floresta, Yellow House Hostel, ha sido lo más parecido a un hogar pero permitiendo que conociese a mucha gente de todo el mundo (Thomas, Karl, Roberto, Sergio, Brandon, Bennett y montón más), que aprendiese muchas cosas y practicase inglés. Y gracias Vincent por tu hospitalidad, me llevaría a los perros en la maleta pero no me vas a dejar. Tomás y Matías, siempre pidiendo mimos y acompañándome, os voy a extrañar mucho, mucho, mucho.
Y del país que más os puedo contar. En mis escapadas viví experiencias únicas, sentirme como un personaje de una novela de Gabo en Cartagena de Indias, nadar por la noche en la laguna encantada en las Islas del Rosario y creer que era un sueño, pasear por la Playa de Terco entre cangrejos rojos que se escapan y no imaginar que hubiera un sitio más hermoso, relajarme escuchando respirar a las ballenas y emocionarme al verlas, descubrir miles de sabores nuevos, conocer colombianos maravillosos (la familia Vélez, Luisa, César, la familia de Camilo)...
Y entre tantas cosas bonitas que tiene que ofrecer Colombia lo mejor es la gente. ¿Quién dice no a probar una comida nueva si te animan con un "Hágale mija"? Los colombianos, en especial los paisas, te abren la puerta de sus casas y eres una más de la familia. El país donde todos los favores y las atenciones son "Con mucho gusto", los saludos interminables "Buenos días, como está? Bien o no? Lo pasó rico?" te hacen sentir una sosa al contestar con un simple bien. Su rumba, su alegría, su forma de ver la vida y vivirla, los piropos "linda, niña bonita, preciosa" en cualquier momento inesperado, que te saquen a bailar y la paciencia para enseñarte entre pisotones, sentir que eres una dama porque siempre te abren la puerta para que pases primero, que te recuerden que los españoles les cambiamos el oro por espejos pero que somos muy "queridos"... todo eso que voy a echar tanto de menos y os hace tan únicos.
Gracias Colombia por abrirme los ojos y hacerme consciente de que se puede ser feliz con muy poco, por enseñarme a disfrutar de viajar sola, por tus flores, por la selva, por el Caribe y el Pacífico, por los atardeceres más bonitos que he visto, por la calidez de los paisas, por las panelitas de coco, por los mil sabores de frutas tropicales, por la eterna primavera, por los paisajes de cuento, por la rumba, por la música y por dejar que te viva y te sienta. Nunca olvidaré esta experiencia. Tienen razón cuando dicen que el riesgo de este país es que te quieras quedar.
Sólo me queda despedirme a lo colombiano pero acompañando a mis lágrimas tengo una sonrisa por los recuerdos que me llevo.
"Hasta luego, que estén bien"