martes, 1 de octubre de 2013

El museo del Castillo

En Medellín, en el barrio del Poblado,  hay un castillo.  Suena raro porque aquí no hubo reyes ni reinas, que no sean de la belleza,  y es que realmente no lo es. El que mandó construir esta casa era un hombre enamorado de los castillos de Francia, se trajo los planos de sus épocas de estudiante en París y en la loma de los Balsos se hizo su mansión.  La pena es que sólo vivió 8 meses allí pues falleció,  su viuda se lo vendió a Diego Echavarría, un multimillonario loco por la música.

Hasta allí me acerqué el sábado con Sergio, un chico del hostal.  Bajamos en Aguacatala y subimos a pie, que no es para recomendable,  en el mapa parece cerca pero esta lejos y cuesta arriba. Llegamos destrozados aunque nos reímos mucho por el camino.  Con la entrada tienes derecho a un tour guiado donde te explican la historia de Diego, su mujer Benedicta y su hija Isolda. Su hija murió a los 19 años por una trágica enfermedad en Estados unidos y 4 años después Diego fue secuestrado y asesinado. Benedicta al quedarse sola preparó la casa para convertirla en museo y fundó un instituto de artes y música en honor a su hija, creía que a los niños la cultura musical les haría ser mucho mejores.  Después se trasladó a Alemania, su país natal,  donde murió en 1998.
Para una europea como yo, resulta curioso que le llamen castillo a una casa con menos de 100 años y cuyos recuerdos no son armaduras y tronos, sino mecheros y cámaras de fotos antiguas. Pero me pareció bonito y los jardines están muy bien para hacer un picnic y ver la ciudad desde lo alto.

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