
Hasta allí me acerqué el sábado con Sergio, un chico del hostal. Bajamos en Aguacatala y subimos a pie, que no es para recomendable, en el mapa parece cerca pero esta lejos y cuesta arriba. Llegamos destrozados aunque nos reímos mucho por el camino. Con la entrada tienes derecho a un tour guiado donde te explican la historia de Diego, su mujer Benedicta y su hija Isolda. Su hija murió a los 19 años por una trágica enfermedad en Estados unidos y 4 años después Diego fue secuestrado y asesinado. Benedicta al quedarse sola preparó la casa para convertirla en museo y fundó un instituto de artes y música en honor a su hija, creía que a los niños la cultura musical les haría ser mucho mejores. Después se trasladó a Alemania, su país natal, donde murió en 1998.
Para una europea como yo, resulta curioso que le llamen castillo a una casa con menos de 100 años y cuyos recuerdos no son armaduras y tronos, sino mecheros y cámaras de fotos antiguas. Pero me pareció bonito y los jardines están muy bien para hacer un picnic y ver la ciudad desde lo alto.
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