Ha llovido y tronado toda la noche, lo cual es normal, llueve todos los días en la selva tropical y las tormentas son de cuento de terror. Estiro los minutos en la cama hasta que para de llover, qué hora es? No lo sé, nadie tiene reloj en el Chocó pero no hace falta, la gente se orienta por el sol y las mareas.
Ya salió el sol y voy a desayunar, poco a poco se van levantando los demás mientras espero con un café a que María nos prepare los huevos, el pandequeso y el chocolate, observo desde la tumbona las vistas del Logde Piedrapiedra. Mirando al océano con la taza en la mano ahí está, he visto una ballena. Primero un chorro de agua gigante saliendo por el horizonte, después asoma el lomo y se vuelve a ocultar, que emoción!
Hoy nos toca visitar Termales, nos acompaña Iván que vive allí y es trabajador del hotel. Es un poblado de 32 casas y algo más de 200 habitantes, todos muy amables. Tienen unas termas de origen volcánico al lado de un río, donde puedes refrescarte si pasas mucho calor en las piscinas. Me recuerda un poco a la Chavasqueira, con estructuras de madera y rodeado de vegetación. Dos niñas vienen a vender empanadas de pescado, como estoy con la cámara se me acercan curiosas y les enseño las fotos que hice, se quedan embobadas mirando a la pequeña pantalla y la mayor reconoce las casas del pueblo.
Después del baño relajante pasamos por el poblado, nos encontramos a una de las pequeñas sola llorando y Ramón la toma en sus brazos hasta que se calma, es tan bonita. Carolina y yo la llevamos a junto de su prima mayor para que no se sienta sola, que esta en el restaurante donde cuelga una cunita de mimbre.
Antes de irnos tomamos un agua de coco recién cortado de una palmera por Jordi, un niño muy ágil. En la playa están los pescadores recogiendo sus redes mientras los niños juegan, una niña tiene un cangrejo atado a un sedal como mascota. No me explico como lo capturó, aunque la playa está llena de ellos cuando te acercas corren como locos.
Volvemos por la playa de Terco al hotel antes de que suba la marea, porque sino nos quedamos sin playa. De todas maneras hay que mojarse, no se puede llegar sin pasar un río que cubre hasta casi la cintura. Llegamos con hambre de la caminata, María preparó sancocho de pescado, :( en fin me toca comer arroz, yuca y papa, no pasa nada estoy bien alimentada.
Después de almorzar vamos a la Cascada del Amor, debemos caminar por la otra playa, pasando por delante de otro hotel y adentrarnos en la selva. No es un camino sencillo aunque es corto. En una de las cascadas vemos al ejército colombiano lavando su uniforme, nos saludan muy agradables. Vamos a la siguiente cascada que es mas grande y doble, atravesando el riachuelo, rodeados del sonido de las guacamayas y loros que se agitan en las copas de los árboles. Merece la pena lo duro del camino para darse un baño ahí, piensa en una película en la selva donde los protagonista se bañan en una cascada y ya sabes de lo que hablo, pero vivirlo es diferente porque sientes los sonidos, la fuerza del agua en tu espalda como un spa natural y la temperatura ideal para refrescar sin que esté fría. La vuelta es mas complicada porque ha subido la marea y toca mojarse otra vez, creo que mi ropa estará húmeda hasta que llegue a Medellín.
En el hotel hay un nuevo huésped, Evelio, un trabajador del PNN Ensenada de Utria que nos habla de las maravillas del parque, sala cuna de las ballenas yubarta. Nos cuenta que las ballenas vienen desde el polo sur al chocó dar a luz a sus crías y aparearse en aguas más calientes y tranquilas, pues en la época de alumbramiento, de junio a octubre, van las orcas a la Antártida y son un peligro para el ballenato. La mamá ballena se queda reponiéndose del parto en la bahía de Utria, mientras una madrina o un hermano mayor se ocupa del ballenato durante unos meses; lo monta en su lomo para sacarlo a respirar, le enseña a nadar y lo acerca a la madre cuando quiere comer, nace midiendo entre 3 y 4 metros y con 1,5 toneladas de peso, engorda 10 kilos diarios ya que come 200 litros al día de leche materna con alta cantidad de grasa. Es increíble lo maravillosa que es la naturaleza.
Por la noche, con la marea baja vamos a dar un paseo por la playa con Evelio, en una búsqueda de tortugas desovando. Pero se pone a llover y damos vuelta, vemos un tortugario que es donde guardan los huevos para que estén a salvo de depredadores. Los cuidadores de tortugas se encargan de enterrar los huevos y vallar el nido para protegerlos , sino, de manera natural, de más de 100 huevos que pone una tortuga en su época de reproducción, sobrevive con suerte una cría porque son víctimas de zorros, perros, cangrejos...
No tuvimos suerte pero mañana con los trabajadores del parque que vienen a alojarse aquí volveremos a salir. Ahora a dormir otras 10 horas que el cansancio puede conmigo.
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